Será que todos nosotros no tenemos donde ir?
Irse o quedarse…
Es de noche, no es tu casa pero está bien. ¿Estás bien?. El devenir de los sucesos de la noche han hecho que te permita quedarte y ahí estas, mirando el techo, imaginando escapar por la puerta y tomar el colectivo (que siempre tarda en llegar) pero no te movés.
O quizás estás en una esquina, podrías quedarte, dejar que pase un poco de tiempo, darle algún espacio al azar para que te sorprenda.
O estás en uno de esos trabajos nuevos, con nuevos jefes o en tu casa o en cualquier parte. Y no es tu lugar, no importa lo que pase, nunca es tu lugar. Y caminás con tu mochila, cuando no te la roban, sabiendo que esa noche puede ser que no duermas en casa. Y no hay tantas explicaciones racionales para ese vacío.
Para esa sensación de no lugar.
Tres amigos en España, y otro que se me va ahora en muy poco. Cada uno por motivos diferentes.
Él no lugar, un síntoma claramente posmoderno inevitablemente nuestro. Es un peligro, una tristeza que heredamos del devenir histórico.
A veces sé que no estoy, cuando me desaparezco en las conversaciones y las cosas. Otras veces... no sé nada.
Y acá me encuentro, intentando encontrar respuestas que me alejen de este vacio. Tengo un poco de hambre… si tuviera las respuestas ¿no escribiría tanto no? o quizás tendría menos hambre.
No creo.
2 Comments:
Oscilar entre ciudades es, en cierta forma, una vida llena de vacíos, pero también de esperanza. Se trata de deambular por las calles sin que las calles marquen la sensación de espacio, se trata de dormir en una cama que no es la propia pero sin estar seguros de por qué (quizás no existe una, quizás la perdimos ya en el tiempo), o se trata de que al alejarse, uno descubre que el hogar lo es única y exclusivamente cuando se convierte en un lugar al cuál volver.
Ya lo has leído por ahí: Viajar y escribir son los únicos placeres que le quedan al hombre que no ha encontrado su verdadero lugar en el mundo. Pero la realidad es que, para aquellos que lo hemos encontrado, el matiz que adquiere ese deambular se convierte en algo distinto. En una ciudad enajenada como esta de platas y de azules, me queda un rezago de realidad plena: un secreto, una sensación que crece y crece y tiene que ver con lo ajeno y tiene que ver, de alguna manera, con estar lejos de mi lugar en el mundo, de casa, de ese lugar que amo y en el que no quisiera estar en madrugadas como estas, en que enfrento rezagos de un sueño que amenaza con dejar de serlo.
p.s.: respecto a tus palabras, de más decir que son parte de esta madrugada de insomnio pero sobretodo de muchas otras cosas. no tengo nada qué decirte y es decir bastante, salvo que has movido alguna fibra por ahí y que ojalá lo hayas notado.
estar no estar por darle al esperar, esperanza de estar ahi al acecho y no al costado del echo que pasa como bicleta en embotellamiento y vos que miras sin subirte a upa de la espontaneidad encontras una palabra que no sabe como asomarse a espiar por afuera del organo con que respiras, miras atras y tu casa salio de viaje y no volvio no te espero no dijo nada
long: champan chino
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