Lo más extraño es que no tengo sueño.

Te muerdo...
Sé que me duele pero siento que si soporto la sangre después va a doler menos. No puedo resistirlo, me encanta. Lo chupo, lo toco, me enchastro.

Tu dolor y el mío, tu cuerpo y el mío son una sola cosa, que late.
Te siento. Me estás agarrando muy fuerte. No vas a soltarme. Nunca. Si el mundo entero se disolviera en este instante toda la sangre del universo no alcanzaría para saciar mi sed. Estás sobre mi, estás en mi. Mi pie se desgarra contra la alfombra, o la alfombra se desgarra contra mi pie (no recuerdo exactamente). Pero apenas lo siento, sólo al otro día, cuando todo mi cuerpo parece haber atravesado una avalancha, cuando todavía adormecida y afiebrada me despierto, ese dolor dulce aparece, como un entumecimiento relajado en mi talón derecho.
Me froto el pie suavemente y sonrío con la mirada perdida. En el colectivo, finalmente me duermo. y entre los apagones y apagones de una tarde que parece noche, que parece sueño, solo recuerdo pedazos, de cuerpos, tu codo, mi brazo, mi miedo, mi oreja tu boca, mi espalda tu cuerpo, tu lengua mi piel. Te muerdo....