19.4.07

El juego del silencio

No fue la primera vez que le ocurría. Con los años los dolores que la enterraban se convertían en dolores conocidos y cíclicos. Como si el universo se hubiera quedado sin opciones, o como si todo formara parte de algún retorcido juego de coincidencias.
No recordaba el orden de los acontecimientos de manera cronológica, amó con furia y con amor, sintió al mundo caer más de una vez, se sintió lejos, se sintió sola , fue felíz, estuvo furiosa, y ahora sólo tenía en sus manos un teléfono estúpido (cómo todos los teléfonos), al que miraba repetidamente intentando encontrar una respuesta.
Y tenía el recuerdo de ya haber vivido ese momento, sentía a la altura de las entrañas una sensación de conocimiento profundo de los detalles del momento que iba a vivir.
Sintió abrirse cicatrices que estaban cerradas, sintió revolverse dolores que ya no estaban. Murió esa noche en medio de pesadillas tapada hasta el cuello bajo el frío del ventilador.
El teléfono sonó durante la noche, ilusa, estúpida, soñó despierta un llamado que nunca existió. Violó la regla número uno y lo llamó, estaba convencida de haber leido su nombre en el estúpido aparato llamado celular.
En acantilado se convirtió la noche después de comprobar que obviamente él nunca la había llamado, un pozo donde morir sin testigos, rodeada de sus patéticos “te amo”. Y otra vez mirando el estúpido teléfono que la miraba como diciendo “te lo dije” y la llamada del número equivocado.
No sabe como pero se despertó, todavía enredada entre las sábanas y con la sensación de tener una terrible resaca y un dolor profundo en todo el cuerpo.
La certeza de estar sola, sola como se vive en una ciudad como buenos aires, sola rodeada de gente y de colectivos ,pero sola, la invadió esa mañana.
Por momentos se replanteaba la estupidez de su dolor, la estupidez del otro le resultaba clara y concisa, pero la suya se volvía difusa y necesitaba encontrarle los bordes.
Y todo sonaba hueco esa mañana, la sensación en las entrañas no se iba, el nudo, la defensa del sistema autónomo simpático: el miedo.
Algo en su organismo se preparaba para el peligro, algo de su cuerpo sabía que había que tener cuidado.
¿Cuanto estaba dispuesta a soportar?, ahora ya no era cuestión de estupidez, ahora era momento de pensar lo peor y prepararse, como quien practica un deporte, entrenarse en dolores para que llegado el momento todo fuera más sencillo, o por lo menos más expeditivo.
Y ella, no quería hablar de ella pero no podía evitarlo, ahora estaba ahí , atravesada en sus entrañas, invadiendo su cama, su mañana, su vida. Ella, tan pura, tan inocente, tan maravillosa. Ella que era el paradigma de la perfección, una especie de diosa metida entre los mortales. Ella, no era el tema pero cómo no pensar en ella, como no retorcerse las neuronas y tener pesadillas con ella?
La primera vez que ella apareció, no en esta, sino en la otra vida, y no hablo de ella sino del concepto de ella. La primera vez que apareció fue estúpido, es decir, fue algo estúpido en una vida estúpida, una casualidad como las que la llevaron a tomar el teléfono y encontrarla. Una serie de casualidades en una historia que no tenía sentido. Nunca la conoció a Ella, no tuvo ni una foto, sólo un nombre, una de esas ironías con que la vida se divierte, se llamaba PAZ.
Fue todo tan breve, tan rápido, que con Paz atravesada y todo, juntó sus cosas y se fue. Lo bueno de esa historia es que supo irse a tiempo. Se llevó hasta la última parte de su ultima cosa, se llevó todo, dispuesto en cajas que no abriría por meses y volvió con la cabeza gacha a la casa de sus padres. Débil, desilusionada del mundo, con la conciencia de haber hecho todo mal.
Por eso es que a años luz de ese momento, luego de aviones y veranos, de cambios de carrera y oportunidades, de música , después de tanta vida, no soporta la idea de atorarse en la misma piedra, en el mismo momento, 2 años después.
Y las casualidades son el modo en que dios la castiga por ser atea, ella lo sabe, aunque no cree en su existencia, la perversión solo es cometida por los algo del mundo, ninguna perversión está librada al azar.
Lo que no entiende, lo que no logra comprender, es el silencio de este jueves a la mañana. A veces ella siente que podría comprender cualquier cosa en el mundo menos el silencio, el pozo del jueves la devora sin explicaciones, eso también es conocido pero la sorprende (quizás alguna vez pierda esa capacidad de asombro). Un amigo la invita a tomar mate y ella no está para esas cosas, ha descubierto que la agonía hasta el fin va a ser dura y lenta y no quiere eso.
Se mira las manos y sabe que no tiene nada, sólo le queda esperar, y esperar a veces, sobre todo después de una noche de pesadillas que se enroscan, después del dolor en las entrañas y casualidades morbosas, esperar es simplemente demasiado.

1 Comments:

Anonymous Anónimo dijo...

... se regocijó en su alma pero notó que ya no estaba, se había ido junto con su corazon y el amor que lo acompañaba.

10:53 p. m.  

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