6.4.06

Existen (en el hueco de tu espalda)

Anoche estaba buscándote. No me importaba la oscuridad porque podía sentirte muy cerca, tu piel contra mi piel, desnuda:mía.
Estaba buscándote y me perdí entre tu pierna y tu muslo, me gusta perderme ahí, entre rincones húmedos y callejones sin salida. Buscaba tu mano pero no estaba, y no había manera de encontrarla, mi mano la llamaba desesperadamente, apretaba tu piel llamándola hundiéndose en vos.
Disfrutaba buscándote, recorriendo los secretos de tu cuerpo; hasta de pronto en el hueco de tu espalda, allí donde la curva desciende hasta crear un arco perfecto, me encontré con una mano, una mano tranquila y agazapada, mano que supe de inmediato, por el olor, por la tranquilidad, por la forma de estar ahí esperando, que no era tu mano, y no tenía por qué cruzarse en mi camino, no era tu mano, no era mi mano ¿de quién demonios era esa mano que se encontraba ahí cómodamente instalada en el hueco de tu espalda? Y que por lo visto no tenía en absoluto intenciones de moverse, no parecía importale mi sorpresa, y encima jugaba, te llamaba, se creía dueña de tu espalda. Eso me indignó y comencé una lucha, sútil en principio, una pelea por el espacio de tu piel que podíamos tocar.
Y de pronto tu mano me encontró, me tomaste por sorpresa. Me buscaste ahí donde sabés que me estremezco sino me soltás, tu mano traidora me tenía agarrado, me di cuenta de inmediato que querías que me olvidara de la soledad y la pelea por tu espalda, tu mano me invitaba a la reconciliación y al olvido, me guiabas como lazarillo, me tenías atrapado.
Hasta que apareció la otra mano, fue demasiado para mi, ya no era una la mano en tu espalada sino dos y la pelea ya no era por ese pequeño hueco perfecto, ¡sino que era todo el territorio de cuerpo el que estaba en juego, ya que la impunidad con la que esas manos te recorrían era repulsiva!!. Esperaba que tu codo respondiera, que tu vientre, que tus piernas que tanto saben defenderte del dolor hicieran su parte, esperaba las detuvieras, que las hicieras marcharse, lejos de ese rincón tan exclusivo que tenía que ser sólo mío, que yo descubrí, que yo bauticé.
Y tu mano seguía buscándome, llenándome de calor y de humedad, quería ver, pero llegado el momento no quise verte así, tan ajena, tan distinta. Tan asquerosamente ausente de mí.
No pude más, alguien se rió, (deseé con todas mis fuerzas que no hubieras sido vos) traté de no decir nada, me mordí los labios para no decir nada. No era mi culpa, quise que lo supieras, no era mi culpa, esto nunca me pasa, es la primera vez. (hasta yo pude darme cuenta de lo tonto que sonaron mis palabras) No parecías muy preocupada, lo digo por las sombras, no te vi, no quise ver. Igual pude escucharte reir. No quise molestarte, me puse la ropa y salí. Sé que me llamaste. Pero no estoy con ánimo de encontrarte por ahora. Ni siquiera sola o de día. Mis manos te extrañen probablemente, al principio más que nada, es natural ya se me va a pasar.

3 Comments:

Anonymous Anónimo dijo...

La impunidad del engaño se describe perfectamente en estas lineas donde una vez mas la ¿niña? que se nacio y se murio al mismo tiempo nos ensaña con lujos de detalles que no hay mas que dejar perecer el orgullo y salir a la calle ante la minima premonicion de una muerte (aunque las manos extrañen).
Y cuando digo muerte me refiero a esa que se produce cuando nos damos cuenta que ya no somos la causa del orgasmo.

pd: Me sigue resultando imposible pensarla con barba...jijiji

sUnChI

11:20 p. m.  
Blogger Dada dijo...

se dio cuenta sunchi del fallido "nos ensaña con lujo de detalles" ja puede ser...
Muy cierta la frase de la muerte y muy bella también.
gracias sunchi
PD: lo de la barba confunde , lo sé. Hay que experimentar sunchi, tratar de desconcertarse un poco no?

1:04 a. m.  
Anonymous Anónimo dijo...

Si me concentro hago mucha fuerza y conozco gente que ha sufrido accidentes por hacer fuerza.
No fue un acto fallido, es lo que quise poner....es obvio no?

9:50 a. m.  

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