Esta tarde
No sabiendo si moriré mañana u hoy, quizás ambos días.
Es que miro la prisión de tus palabras.
Y no quiero morir. No ésta tarde. No porque el día esté particularmente soleado. O la vida haya amanecido más alegre esta mañana, o el mundo me haya prometido inmensos tesoros para la noche. Es que soy víctima de una obstinación absurda.¿será que siempre hablaremos de lo mismo?
No quiero morir esta tarde. No te enojes. No puedo. Si me llamas mañana prometo intentar morirme…bueno en realidad no lo prometo, y es que, en la soledad y embriaguez de mis pensamientos, nada es árido, nada es ajeno.
Y no quiero morir cuando me paro frente al pozo, ni cuando salto, ni cuando me estrello. Ni cuando nazco. Ni cuando quiero morir (a veces yo también tengo secretos).
Y quizás me hacen falta las palabras para que este abismo se vuelva hermoso. Para que mi prisión (puerta) vuele como una bandada de pájaros hacia el oeste. Para que desde lo árido que me rodea pueda descubrir el placer de negarme mi propio balde. De encerrarme como a un personaje triste, de ganarme a mi misma aunque sea aquí. Aunque sea un rato.
Probablemente me falte mundo para creer en las tristezas. O vejez para dejar de extrañarme.
Quizás entre esa mezcla de falta de aridez y abismo, de hermosura de la tarde y tristeza, en ese vacío de ruinas en que la guadaña y la sangre no me importan, es que nazco.
Ahora lo sabes… no pienso morir esta tarde, así que deja de llorar, promete no empujarme y caminemos.